domingo, 2 de octubre de 2016

OTEIZA _ las fronteras de la modernidad


SÉ QUE VOLARÉ

no me alcanzaréis los muertos
en el propenso río
siempre dispuesto a acostarme
y si acostado siempre dispuesto
a no levantarme
y no me levantaré más
movediza
discontinua perdiz
muero subo al cielo
gota a gota
en el camino
me encuentro a mí mismo
gota a gota que regreso

resbala la tarde en el mojado día
vuelto de espalda en la lluviosa noche
sin un poco de rincón de sitio-suelo
movedizo lento caracol
la vecina noche
sé que volaré
corro en la noche
salto por encima para no hacerle daño
con mi camisón de loco
duermo en camisón para volar de noche




JORGE OTEIZA

Poema incluido en el volumen Poesía 
(Fundación Museo Jorge Oteiza; Alzuza, 2007)




La poliédrica creación artística, poética e intelectual de Oteiza (1908-2003), así como su acción cultural y política están tramadas por ideas, afecciones y paradojas tan dispares que resulta muy complejo sintetizarlas en unas notas breves. Muchos oteizas caben en su prolongada trayectoria, que constituye la memoria más relevante y significativa del arte y la cultura vasca del siglo XX. Se reconocía como el único sobreviviente de la vanguardia de artistas vascos en la República, y fue el mentor del nuevo y convulso renacer cultural iniciado con el proyecto de Arantzazu en los años cincuenta y prolongado, en la década siguiente, en la efímera experiencia de los grupos de la escuela vasca (Gaur, Orain, Emen y Danok).


Basílica de Aránzazu, Oñate (1950-1955), Luis Laorga y Francisco Javier Sáenz de Oíza.

 Friso de 14 apóstoles en la Basílica de Aránzazu (1954), Jorge de Oteiza.

Su primera toma de contacto con los imaginarios de las primeras vanguardias artísticas le llega a través de la revista Cahiers d'Art, que consultaba durante los primeros años treinta en el estudio del genial arquitecto Aizpurua en Donostia. Durante su estancia americana (1935-1948), en Chile, Colombia y Argentina, conectará con otros movimientos poéticos y artísticos de ese contexto, al tiempo que profundiza en el conocimiento de las vanguardias internacionales y en el desarrollo de los lenguajes escultóricos que, en esa época, identifica en las formas ovaladas de Brancusi, en el ocho de Arp, en la forma poliédrica de Lipchitz y en el bastón de Picasso. Pero será en Buenos Aires hacia 1947 cuando quedará impactado por la escultura de Moore, cuyo ascendiente formal será notable en las obras que realizará hasta 1949.

Capilla en el Camino de Santiago, Francisco Javier Saénz de Oíza, José Luis Romaní, Jorge Oteiza, 1954.

Postulará un telos o meta del arte que pueda ser elucidado y anticipado por su teoría y experimentación, y que necesariamente debería concluir en el abandono de la práctica artística, dado que el arte le había formado para pasarse a la vida y a la ciudad "resumiendo todo conocimiento estético en Urbanismo y diseño espiritual". De la estatua-masa a la estatua-energía y de ésta al vacío conclusivo de sus cajas metafísicas: tal sería el programa definido por su acción creadora y teórica que tendrá como corolario su abandono de la escultura en 1960.

Tú eres Pedro  (1956-57)

Sin embargo, sabido es que Oteiza prosiguió esporádicamente en ese ámbito creativo. Así, entre 1972 y 1974, reanuda su experimentación en el laboratorio experimental de maclas en tiza y en otros materiales, de donde extraería modelos para su aplicación en otras escalas. Pero, con todo, lo más sustantivo de su noción de laboratorio, reside en la importancia que le dio a la serie o familias de obras como poética procesual y no tanto a la obra única, singular y descontextualizada. Por esta razón resulta tan sorprendente y contradictorio la proliferación de obras monumentales y en una escala desorbitada que han servido para "adornar" espacios públicos. Realmente fueron magníficos sus frustrados proyectos arquitectónicos, desde el Monumento a Batlle, en Montevideo (1957-60) hasta el centro cultural La Alhóndiga en Bilbao (1989), que se encadenarán a otras tentativas fracasadas como la creación de un instituto de investigaciones estéticas, o la de impulsar una política cultural diferente por parte de las instituciones vascas.

   Poliedro abierto, 1958

Cabría decir que Oteiza es a la vez el artista más moderno y antimoderno de nuestro contexto. Siempre se moverá en un laberinto de paradojas. Ya desde una de sus primeras esculturas, Tangente S=E/A, presentada en 1931 hasta sus cajas metafísicas de 1959, encontramos una exigencia propia de la herencia vanguardista, a saber: una imbricación de propósitos míticos, estético-artísticos, científicos y religiosos.

Caja metafísica, 1958

Asimismo, desde su primer ensayo, la Carta a los artistas de América (1944), refiere su concepción del artista como creador de una nueva mitología (herencia romántica, sin duda) y al mismo tiempo inicia una nueva teoría del arte como conocimiento, es decir, una ontología o metafísica del arte que le educará y nos servirá para curar la condición trágica de la existencia humana. Oteiza representa el caso más relevante de ese paradigma ilustrado y moderno que confía en la educación estética y en el arte como una escuela política de toma de conciencia. Por eso también prefería los combates a los homenajes en vida y reclamaba el papel de artista incómodo, disidente. Desde su reivindicación de lo sagrado mediante la creación y la experiencia estética, fue un artista opuesto a la modernidad y a su corriente desacralizadora. Pero desde su implicación de lo cosmopolita y lo vernáculo, de lo universal y lo particular, y en la convergencia de la herencia culta y la popular, se afirmó como un artista que entra y sale de la modernidad con una libertad genuina.

Hay, por otro lado, otras dimensiones problemáticas que también pertenecen a su universo de ideas y comportamientos. Por ejemplo, cierto afán dogmático presente en sus teorías y conclusiones que se defienden como las únicas posibles, o la mixtificación del origen de la cultura vasca relacionada asimismo con la sublimación de una idea de lo absoluto y de la comunidad ideal. Todo ello se acomoda mal con una concepción pluralista y democrática de lo social. Todo esos aspectos de su legado merecen una aproximación crítica y reflexiva que deberán ponderarse junto a la actualidad de su proyecto. La Fundación que lleva su nombre está llevando a cabo una meritoria labor de profundización y difusión de su compleja personalidad.

 Escultura de mármol

Un aspecto sobresaliente y menos conocido es su producción poética, a la que se volcó para seguir su impulso creador, que no concluye, sino que se prolonga por otros medios. La creación poética mitigará en parte su amargura y le permitirá sublimar de otro modo su inconformista litigio con el mundo y la existencia. Su poemario Existe dios al noroeste se publicará en 1990 y ese mismo año afirmó que "La poesía suplanta a Dios. Te saca de las cosas y te asoma a algo en lo que tú estabas ya y te acerca más a ti mismo, alejándote de lo que te rodea. Con ella me siento protegido totalmente. Es una necesidad".

Oteiza ha sido un caso paradigmático de una genuina labilidad entre lo estético y lo político, entre las diferentes corrientes de la modernidad que han intentado dar forma al caos de la existencia y del mundo, y sublimar la condición trágica mediante el poder de salvación del arte.

Fernando Golvano es profesor de Estética y Teoría de las artes en la UPV.


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